Opinión

Sombra urbana y manglares: Las armas secretas de la naturaleza contra el cambio climático

Las medidas de adaptación al clima que se basan en la naturaleza o la incluyen son accesibles, asequibles y pueden hacer frente a múltiples riesgos climáticos simultáneamente.

Plántulas de mangle / Pixabay

Para la mayoría de nosotros, la mayoría de los días, pensar en los beneficios que obtenemos de la naturaleza no está en el primer lugar de nuestra lista de tareas. Comemos nuestros alimentos, cultivados en la tierra de la naturaleza. Bebemos agua que, al menos en parte, está filtrada de forma natural. Respiramos el aire purificado por los árboles de nuestro barrio. Lo miremos como lo miremos, dependemos de la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades fundamentales.

Sin embargo, hemos alterado el delicado equilibrio natural, y los últimos años nos han mostrado lo frágil que es nuestro futuro. Desde los incendios forestales que asolaron franjas de bosques, pasando por las inundaciones catastróficas que diezmaron pueblos, hasta la crisis del COVID-19, las catástrofes naturales afectan cada vez más a las vidas humanas.

Mientras tratamos de cambiar nuestra trayectoria climática, pasando de un entorno más cálido y hostil a otro que estabilice el aumento de la temperatura, deberíamos considerar qué soluciones pueden ofrecer los sistemas ecológicos. Más concretamente, cómo pueden ayudarnos a remediar nuestra relación con la naturaleza y asegurar un futuro en el que tanto los humanos como el planeta prosperen.

Ver soluciones en la naturaleza

El aumento de las temperaturas es un problema al que se enfrentan todas las regiones. Para las ciudades, esto significa una intensificación del efecto isla de calor urbano. El efecto isla de calor urbano se produce cuando grandes superficies de terreno natural son sustituidas por edificios, calles y aceras. Estos absorben y retienen el calor, aumentando la temperatura general de una ciudad.

Para combatir el calor urbano, las ciudades están ampliando su arbolado urbano, ya que el aumento de las copas de los árboles proporciona mayor sombra y refrigeración a través de la evapotranspiración. Esto protege a los residentes y a las infraestructuras del calor insoportable y tiene el doble efecto de eliminar los contaminantes de la atmósfera, mejorando la calidad del aire. El doble se convierte en triple cuando incluimos la contribución de estos árboles como cultivadores de biodiversidad.

Para las ciudades costeras, lo que está en juego es aún mayor. No sólo se enfrentan al calor urbano, sino también a las amenazas existenciales de la subida del nivel del mar. Esto plantea un sinfín de problemas: pérdida de tierras, inundaciones más frecuentes e intensas, pérdida de vidas y daños considerables en las infraestructuras. En respuesta a esto, muchas de estas zonas están invirtiendo en soluciones basadas en la naturaleza, como los manglares.

Los manglares son una de las defensas "maravillosas" de la naturaleza contra las inundaciones. La forma y la densidad de estos robustos árboles crean barreras gracias a la anchura de los bosques y la fricción del fondo, lo que ayuda a frenar la cantidad de agua que pasa del mar a la tierra. Estos beneficios podrían significar la diferencia entre que las comunidades costeras bajas conserven sus hogares y la migración inducida por el clima. En reconocimiento de su importancia como defensa natural contra las inundaciones, los manglares se están protegiendo y reforestando activamente tras años de destrucción.

Las soluciones basadas en la naturaleza, como la plantación de árboles urbanos y la protección de los manglares, son también opciones rentables que las hacen viables no sólo para los países desarrollados, sino también para los países menos desarrollados y las economías emergentes. En el caso de los manglares, su valor económico suele omitirse en los presupuestos nacionales o subnacionales de protección contra inundaciones. Y sin embargo, en ciudades propensas a las inundaciones, como Miami (EE.UU.) y Cancún (México), se ha calculado que ahorran más de 500 millones de dólares anuales en daños materiales evitados.

Una evaluación que comparaba la rentabilidad de las soluciones basadas en la naturaleza y los enfoques de adaptación de ingeniería concluyó que los enfoques de ingeniería son particularmente eficaces para reducir los impactos negativos de peligros específicos a corto plazo, pero son caros y ofrecen pocos beneficios colaterales, si es que los hay. En cambio, las medidas que se basan en la naturaleza o la incluyen tienden a ser más accesibles, asequibles y pueden hacer frente a múltiples peligros simultáneamente.

Aprovechar la oferta de la naturaleza

Las ciudades pueden aprovechar estas ofertas salvaguardando las funciones y servicios de los ecosistemas e integrando soluciones basadas en la naturaleza en su planificación del desarrollo urbano. Esto nos ayudará a reconectar con la naturaleza y a dar forma a un mundo urbano en el que tanto las personas como el planeta prosperen.

"La contribución de la naturaleza a las personas es de vital importancia tanto para los ricos como para los pobres de los países desarrollados y en desarrollo. La naturaleza sustenta el bienestar y las ambiciones de cada persona, desde la salud y la felicidad hasta la prosperidad y la seguridad. La gente necesita comprender mejor todo el valor de la naturaleza para garantizar su protección y uso sostenible".

- Sir Robert Watson, Presidente de IPBES y ex copresidente de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio

Haciendo caso a las palabras de Watson, los funcionarios locales están actuando en este sentido colaborando con profesionales urbanos y gobiernos nacionales en programas como UrbanShift para reintroducir la naturaleza en las ciudades y ayudarlas en la transición hacia un futuro sin emisiones de carbono y positivo para la naturaleza. Sin embargo, el camino que queda por recorrer es largo y requiere voluntad y acción política, así como la contribución de la naturaleza.