Opinión

Día Mundial de la Alimentación: Por las ciudades, la gente y el planeta

Los alimentos deben ser nutritivos, sostenibles y asequibles para todos. Los sistemas alimentarios integrados pueden ayudar a lograr este objetivo, además de estimular las oportunidades de empleo local en las zonas urbanas y rurales.

Megan Thomas / Unsplash

La alimentación influye en todos los aspectos de nuestra vida: desde nuestra salud física y mental hasta nuestra calidad de vida en general. También nos une a nuestras comunidades y contribuye a nuestro impacto en el medio ambiente.

El Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el 16 de octubre, es una celebración de ello, pero también un recordatorio de las graves desigualdades y los problemas que se dan en nuestros sistemas agroalimentarios. Más que nada, 2021 es el año de la alimentación, con la celebración de la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU en septiembre y la Cumbre de Nutrición para el Crecimiento en diciembre. El hilo conductor de todos estos eventos puede resumirse en la pregunta: ¿Cómo podemos hacer que la producción de alimentos sea más sostenible y equitativa?

Por qué preocuparse

Gran parte de nuestro sistema agroalimentario moderno está globalizado, lo que nos aporta una mayor oferta, asequibilidad y estacionalidad durante todo el año. Sin embargo, este enfoque también se traduce en largas cadenas de suministro, monocultivos y una mayor presión sobre la tierra, por nombrar algunos. COVID-19 ha puesto de manifiesto lo vulnerable que es el actual sistema alimentario mundial a las perturbaciones externas y ha destacado su falta de capacidad de adaptación para funcionar cuando un componente se rompe. Una carencia que se inhibe en los sistemas alimentarios integrados.

Un sistema alimentario integrado pretende ver los alimentos en su totalidad, desde la granja hasta la mesa. Desde el impacto de los insumos agrícolas en el rendimiento del campo, la salud humana y la biodiversidad hasta la huella de carbono de la distribución de alimentos y la eliminación de residuos, un sistema integrado no se centra en los efectos de un componente, sino en las interacciones de los componentes entre sí y en la resiliencia y circularidad del sistema en su conjunto. Por ejemplo, este enfoque integrado consideraría cómo un aumento de los fertilizantes inorgánicos repercute no sólo en el rendimiento de los campos, sino también en los niveles locales de población de insectos, especialmente en relación con las tasas de polinización. Del mismo modo, se evaluaría la dinámica entre la producción local de alimentos y el PIB de la región, teniendo en cuenta también la creación y la conservación del empleo.

Desde el punto de vista económico, los sistemas alimentarios integrados pueden reforzar la economía regional al garantizar que los productos suministrados por los agricultores locales, los cultivadores periurbanos y los huertos urbanos sean satisfechos por la demanda local. Además, la relocalización de las cadenas de producción y distribución puede crear o mantener puestos de trabajo locales en los procesos de cultivo, recolección, envasado y venta al por menor.

Las credenciales ecológicas son igualmente elevadas: Las cadenas de suministro acortadas reducen drásticamente la pérdida de alimentos, los kilómetros recorridos por los alimentos y las emisiones de carbono relacionadas. Los sistemas alimentarios integrados también contribuyen a la cohesión social y a la resiliencia. Los huertos comunales en las azoteas, los huertos urbanos y los composteros de los barrios crean espacios para que los residentes se reúnan, aprendan, intercambien y construyan capital social, al tiempo que contribuyen activamente a su sistema agroalimentario.

A medida que los beneficios de los sistemas alimentarios integrados se van extendiendo, este enfoque va ganando adeptos entre muchas ciudades. Dortmund (Alemania) es una de ellas.

Una ciudad que se enfrenta a la comida

El descubrimiento de yacimientos de carbón y el establecimiento de fábricas de metales pesados durante la revolución industrial trajeron prosperidad a la ciudad, pero también problemas de contaminación, como la tierra contaminada y el vertido de aguas residuales en los ríos locales. Cuando las industrias manufactureras se deslocalizaron en la década de 1950, Dortmund experimentó una recesión económica y altos niveles de desempleo, y su transición a una economía del sector terciario fue lenta.

Aunque en los últimos años la ciudad ha experimentado un crecimiento constante en los sectores de las ciencias médicas, las tecnologías de la información, la robótica y la logística, los principales problemas sociales de Dortmund siguen girando en torno a la financiación de los servicios sociales y la atracción de nuevos sectores a la ciudad. Un sistema alimentario integrado podría mitigar estos obstáculos impulsando las economías locales y creando condiciones favorables para los sectores relacionados con la alimentación, como las prácticas acuapónicas, las soluciones de revalorización de residuos alimentarios, las proteínas cultivadas o la educación en materia de sostenibilidad.

Hay personas que ni siquiera tienen los medios para adquirir alimentos nutritivos, y mucho menos para tomar decisiones de consumo que apoyen la producción sostenible. En reconocimiento de ello, Dortmund ha esbozado planes, como parte de su Programa Clima-Aire 2030, para crear un consejo de política alimentaria que fomente prácticas alimentarias ecológica y socialmente sostenibles. Cuando se ponga en marcha, el consejo reunirá a los actores relevantes de la agricultura, la producción y la venta al por menor, así como al público en general y a la administración de la ciudad, con el fin de poner en marcha una serie de programas destinados a garantizar una dieta saludable y sostenible para todos. La ciudad también incluyó un campo de acción de "nutrición y agricultura" en su plan climático, formalizando su compromiso de forjar un sistema alimentario integrado. Al priorizar el acceso a una alimentación sana dentro del plan climático de la ciudad se reconocen los circuitos de retroalimentación entre la salud humana y planetaria y la producción de alimentos, y se hace hincapié en garantizar la soberanía alimentaria.

Un ejemplo práctico es la iniciativa "open-source-Tomaten". A diferencia de los derechos convencionales sobre las semillas, la licencia de código abierto permite su uso libre y gratuito, así como su propagación. A diferencia de las semillas estandarizadas globalmente por las corporaciones, las semillas de código abierto pueden adaptarse para tener en cuenta las diferencias regionales y los cambios climáticos en la cría y el cultivo. La amalgama de aspectos ecológicos y sociales contribuye además a la biodiversidad, ya que estos tomates pueden utilizarse como "refugios" para los polinizadores.

El futuro de la alimentación: Para la gente

A medida que el debate en torno a la alimentación y su papel crucial en un futuro sostenible sigue ganando terreno, se espera que la investigación sobre los sistemas alimentarios integrados se multiplique. Pero una cosa ya está clara: hay que poner a las personas en el centro de los sistemas alimentarios. Los alimentos deben ser nutritivos, sostenibles y asequibles para todos. Los sistemas alimentarios integrados pueden contribuir a todo ello, así como a estimular las oportunidades de empleo local en las zonas urbanas y rurales. Pero deben seguir ocupando un lugar destacado en nuestras agendas y convertirse en un medio para avanzar en la agenda de los ODS de la ONU e impulsar sociedades más justas y sostenibles.